Rechazo



Va llegando a la ciudad, las multitudes le aprisionan, le admiran. Muchos son los que quieren pasar tiempo con él y no desperdiciarán la oportunidad. Las invitaciones, comunes en la época dada la dignidad de la persona y las leyes de hospitalidad, no se hacen esperar. Todos quieren llevarse al maestro a su casa, hablar con él, comer con él...

El más odiado de la ciudad ha tenido una gran y terrible idea. Es bajo y no puede empinarse para ver al que la multitud aclama. ¿Su idea? subirse a un árbol. Problema de la altura solucionado! Nuevo problema?: Acaba de quedar a expensas de la multitud que le odia con el mismo fervor que admira al forastero que viene llegando. Obama obtendría más amabilidad en una reunión del KKK que este singular personaje...

La multitud pronto se da cuenta que tiene a la mano la posibilidad de descargar toda la rabia que tiene acumulada. La masa rodea el árbol y comienzan a vociferar los más terribles insultos y sentencias. Es fácil saber el nombre del "opresor-oprimido", se puede oír a cientos de metros de distancia: "Zaqueo". No tiene escapatoria, tarde o temprano deberá bajar y no saldrá ileso de ese encuentro.

Se puede ser hostil y agresivo cuando se es parte de la turba sin sentir tanta culpa, la masa tiene esa capacidad de diluirla. Algo así como lo que sucede en un linchamiento frente a la pregunta: "¿Quién fue?" la respuesta es doble y contradictoria: Nadie y Todos. El único salvo conducto posible es que alguien, que goce del respeto y aprecio del pueblo tenga las agallas para sacarle del aprieto.

El forastero, apreciado, admirado, seguido por multitudes ha notado lo que ocurre. Se acerca y le llama por su nombre, es fácil saberlo la multitud lo vocifera!

"Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa."

La multitud está atónita, el forastero acaba de declinar todas las ofertas de alojamiento y se ha auto-acogido bajo el techo de este hombre tan odiado y de esa forma le ha librado de un final horrible. Ahora, el admirado, el proclamado, el maestro al que todos querían escuchar ha perdido toda esa estima y hasta es considerado en menos por ir a hospedarse con un pecador. Ha tomado toda la rabia que era dirigida sobre Zaqueo y la ha redireccionado hacia si mismo con tal de rescatarlo.

A veces pienso: "¿seré capaz de tomar el rechazo de otros sobre mi mismo para poder darles un poco de esperanza?"

Esa noche no hubo sermón de arrepentimiento en casa de Zaqueo, el amor expresado fue suficiente para que el odiado jefe de los recaudadores de impuestos se arrepintiera de corazón.
Al fin de cuentas, Jesús, el forastero, vino a buscar y salvar lo que se había perdido.

Piensa... te va a gustar!

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