Formas de hacer teología


Una extraña enfermedad diezmaba la población de cierto pueblo, el único que podía dar una solución permanente al problema era un sabio anciano que se encontraba al otro lado de un profundo precipicio, no existía forma conocida de llegar al otro lado y así salvar de la extinción al pueblo.

Un día alguien pensó en un plan para solucionar el problema, juntaría los materiales necesarios y construiría lo que sería la solución ideal. Los pobladores aportaron herramientas, madera, cuerdas y todo lo necesario, se pusieron a trabajar en el proyecto y al cabo de algunos días estaba todo solucionado: una jaula para capturar al anciano, con dificultad la lanzaron con la cuerda atada a un extremo y esperaron a que el cándido anciano cayera en la trampa. Pasó un tiempo y el objetivo se logró, atraparon al anciano, tiraron de la cuerda y recuperaron una jaula bastante golpeada que contenía a un anciano, que producto de la traumática maniobra, ya estaba en muy malas condiciones. 

 Los pobladores obtuvieron la solución que salvó de la mortandad al poblado, cuidaron del anciano y lo dejaron en la jaula para evitar que alguien le hiciera daño, lo curioso es que aún cuando el anciano quería salir nadie lo dejaba por miedo a que el vulgo le hiciera daño, pronto el anciano se dió cuenta que no era otra cosa que era prisionero de sus cuidadores.

Mucho tiempo después alguien supo de esta historia y visitó el pueblo. Aún se podía observar la jaula de madera y la soga, se detuvo a pensar y preguntó: "no habría sido mejor haber construído un puente?" -todos se miraron, nadie respondió.
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Hasta hoy el asunto es igual, algunos prefieren jaulas y otros puentes.

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