Desfiles intocables...



Los desfiles suelen representar celebraciones, muestras de poder incluso. Pero no, este desfile es de tristeza, de luto.

Jesús y sus discípulos se encuentran con esta escena: una mujer viuda lidera el cortejo fúnebre de su único hijo. Ha quedado sola, una gran desgracia ha sobrevenido sobre ella.

El momento es doloroso pero lo que vendrá en los días posteriores tal vez sea aún más doloroso. Al no tener esposo ni hijo está condenada a la mendicidad, vivir de la misericordia de la gente. La misericordia puede ser considerada buena cuando se la expresa pero usualmente va acompañada de cierto grado de reproche: “... este hombre está joven, podría trabajar!”, “... ¿en qué gastará el dinero que le daré?”, “... por algo pasan las cosas, algo debe de haber hecho”. El caso de esta viuda es aún peor, ella será considerada bajo maldición divina, “-nadie sufre así de no ser por haber cometido un pecado muy grave”. Ese será el menor de los comentarios. Luego la especulación tomará lugar y sus vecinos se encargarán de establecer las posibles faltas que han desembocado en tan trágico final.
Jesús se acerca y lo que está por suceder despertará el asombro de todos... toca el féretro.

Tocar un féretro significa quedar inmundo por un día para el rito judío y, debido a que el féretro no es otra cosa sino una camilla con el cadáver cubierto con una sábana, es posible que haya tocado el mismo cuerpo del difunto, lo que significaría una semana de la peor impureza ritual! Sólo la familia del fallecido sería capaz de asumir tal impureza, no se espera que un extraño se haga “impuro” por el dolor ajeno. Jesús no considera que deba pensar demasiado en lo que le pudiera hacer a él impuro, tocar un leproso, tocar un muerto le pueden hacer impuro, pero ¿qué sucede cuando Jesús toca al que es “impuro”?

Jesús se acerca y le habla al hijo de la viuda: “Levántate!” el joven se reincorpora y comienza a hablar.

Resucitar a alguien no es cuestión que se vea todos los días, pero acá hay algo que trasciende la resurrección corporal de un muchacho. Jesús no teme tocar a quienes nadie quiere siquiera acercarse. Jesús restaura la dignidad de una viuda, se compadece de ella y al hacerlo toma lugar con los desposeídos, con los marginados, con los oprimidos. Hay un nuevo tipo de resurrección además de la física, una que le devuelve la esperanza a la vida, una que restaura el alma. Lamentablemente, eso tampoco es cuestión que se vea todos los días...

Los seguidores de Cristo ¿estamos evitando "tocar" a los intocables?

Piensa... te va a gustar!

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