Vulgaridad y Honor


Corre por su vida, su cabeza tiene precio. No lo persiguen por crímenes cometidos, le persiguen por celos y quien le persigueno es un personaje cualquiera, es el mismísimo rey de la nación!!

Casi le pisan los talones, junto con sus compañeros llevan apenas una ventaja muy corta. Las montañas de la zona ofrecen una variedad de escondrijos y cuevas, eligen una para esconderse y esperar pasar desapercibidos de la caravana que casi les da alcance.

Al cabo de algún tiempo, no mucho, el rey llega a esa misma región, están peligrosamente cerca.

Sin importar el poder que se ostente, desde el campesino más sencillo y hasta el más noble de los seres humanos, todos tienen necesidades biológicas, los cargos y dignidades adquiridas no eximen a nadie de las funciones excretoras, todos debemos hacer del “1” y del “2”… if you know what I mean! El caso es este, el rey siente el “llamado de la naturaleza” y selecciona un lugar en donde poder “cubrir sus pies” (es el eufemismo de moda en esa época) ¿El lugar seleccionado? la misma cueva en donde se esconde el fugitivo!

Se puede distinguir la sombra a contraluz justo en la entrada de la cueva, los casuales habitantes de la cueva guardan silencio y se esconden, ellos si distinguen a quien ha entrado aunque el rey esté aún encandilado por la luz del exterior. Sólo trata de imaginar la escena: Ahí está el celoso rey en cuclillas, nalgas al aire y haciendo del “2”, y no por rey sus deposiciones huelen mejor.

La ocasión se viste del vulgaridad y de oportunidad. Lo vulgar es obvio, pero la tentación de terminar con el suplicio de la fuga de una vez por todas es grande. El fugitivo de la historia sabe que será el siguiente rey y la ocasión bien aprovechada puede acelerar el proceso.

Pero la ocasión también se viste de honor. El fugitivo entiende el honor y aunque sabe que la causa de su huída es injusta, no piensa tomar la justicia por su propia mano. Se acerca y corta el borde del manto del rey. Pese a ser un acto inofensivo, siente mal en su corazón el haberlo hecho. El rey abandona la cueva y cuando va a cierta distancia escucha voces que le llaman desde la cueva, una reverencia de parte del fugitivo es el preludio a la exhibición del testigo de su lealtad, un trozo del manto de su perseguidor.

1 Samuel 24
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Si has leído la Biblia, probablemente has leído esta historia entre David (el fugitivo) y Saúl (el rey). David fue un tipo tremendamente falible, cometió errores garrafales pero eso no eclipsa que hubo destellos en su vida, este es uno de ellos.

Me he preguntado muchas veces “¿qué habría hecho yo?”.

David tenía en alta estima a Saúl, le era leal y creo que eso marca una diferencia tremenda en toda la historia. Él sabe en ese momento que una traición no da licencias para cometer otra.

No tengo muchos amigos pero me he propuesto serles leal frente a cualquiera que quiera hacerles daño o desee desprestigiarles gratuitamente.

Me importa un bledo si en el proceso mi “ascenso” se ve truncado, porque una vez que transas amistad por oportunidad, traición por proyección, fidelidad por dinero… entonces ya nada me diferenciará de un mercenario, un traidor…

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