"Bienaventurados los pacificadores..."(Mt. 5:9)



El ambiente internacional se encuentra saturado de violencia, estereotipos, críticas de acuerdo a con quién solidarizas, etc. El escenario es cambiante con cada paso de las horas.

Son varios los que promueven la oración como "la acción" que el mundo "cristiano" debe de realizar como muestra de solidaridad para con franceses, sirios, etc. Por favor, no me mal interpreten, soy una persona que cree en la oración, sin embargo, y disculpen mi posición, me cuesta trabajo conciliar una cosmovisión en la que Dios quiere sanarte de un dolor de cabeza, puede detener un huracán, hacerte hablar en lenguas, darle formas de ángeles a las nubes pero no le interese detener la matanza de miles de inocentes... disculpen si ofendo a alguien, simplemente son cosas con las que tengo que lidiar en mi mente y corazón pero que las escribo para darles algo de orden.

Es frecuente la invitación cristiana a observar, orar, mantenernos al margen. Para el aniversario de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa se invitó a los cristianos a sumarse a una marcha junto con los padres de los desaparecidos. La respuesta fue insospechada, tanto así que la asistencia no se contó en cientos, ni siquiera en miles... se contó en decenas. Para la próxima se tendría que invitar a un salmista conocido a participar...

Las bienaventuranzas nos declaran bendecidos, gozosos, felices, no como una cuestión futura, sino como un estado concreto ligado a una realidad concreta. La bienaventuranza en torno a la paz me deja sin palabras, lamentablemente, muchas veces entendemos mal este pasaje.

Ligar la paz a la mansedumbre y luego al sometimiento y luego al silencio con sabor a indiferencia estoica ya es común, pero el versículo habla de los "pacificadores" y no de los "pacíficos". Somos llamados a trabajar por la paz y no simplemente a tener una actitud "de paz".

¿Sabes? creo que orar es necesario pero no es suficiente, necesitamos convertirnos en artesanos de la paz, en constructores de ella. Es necesario que nuestros ojos sean abiertos para poder ver los espacios en los que debemos pasar del buen discurso a la buena práctica, una práctica que devuelva la dignidad al oprimido sin importar su bandera. 
Piensa... te va a gustar!

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