Escándalo en la casa


"Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. Entonces él les refirió esta parábola..." Lucas 15

Siempre que cuento la historia del "Hijo Pródigo" la enseño como la de "Los Hijos perdidos". Llama la atención que esta trilogía de parábolas (oveja perdida, moneda perdida e hijos perdidos) sean una sola composición parabólica que profresa dramáticamente en la narración:

Oveja: 1 de 100
Moneda: 1 de 10
Hijos: 1 de 2? mmm... 2 de 2!

La oveja se pierde lejos, fuera de casa, en el campo; la moneda se pierde cerca, dentro de la casa. 


Ambas, oveja y moneda nos ilustran de alguna manera a los dos hijos de la tercera parte de la parábola:

El hijo menor perdido lejos, fuera de casa de su padre; el hijo mayor perdido cerca, en la misma casa. 

A ambos el Padre les sale al encuentro, sólo uno de ellos se deja encontrar, el otro decide juzgar... a su hermano y a su padre.

El hijo mayor no considera a su hermano lo suficientemente santo, ni siquiera lo considera su hermano pues al hablar con su padre insiste en llamarlo "tu hijo". El hijo mayor ha reemplazado el amor por condena. Ha considerado su propio comportamiento y lo ha usado como medida para juzgar que tan digno es el pródigo y lo ha encontrado en deuda. Tal vez tenga razón, pero hay una fiesta y su hermano menor entra al banquete, él, por otra parte, decide quedarse fuera... no quiere servir al menor.

Con tristeza observo que, con mucha más frecuencia de la deseada, los cristianos, la iglesia, se ha identificado con el hermano mayor, tal vez no de manera absolutamente consciente, pero ha trazado su patrón de conducta y ha comunicado que todo aquel que no se ajuste a él no es digno de la celebración del Padre; ha contemplado las muestras de amor del Padre sobre los rechazados y ha elegido escandalizarse en vez de maravillarse, ha reemplazado la alegría de la fiesta por la amargura de la autojustificación que demanda reconocimiento.

La tendencia de un grupo de cristianos o una institución no deben ser necesariamente replicadas por seres humanos pensantes. Podemos considerar la situación, reflexionar en ella y tomar una decisión.

Como un favor especial te pido que hagas lo que sugiero en el párrafo anterior.

Piensa... te va a gustar!

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