Un héroe inesperado.


¿Alguien ha visto una película gringa de la guerra de Vietnam en donde los héroes sean los vietnamitas? Por supuesto que no! Es más, muchos creen que la guerra en ese país tuvo por ganador a los Estados Unidos. Esas son las maravillas del marketing!

Hay un estereotipo para ser héroe. En la película es el “jovencito” de mirada cándida, de piel tersa, ese al que le crece la barba con forma y todo, de pelo sedoso, de cuerpo musculoso. Nadie espera de héroe de película a un tipo todo destartalado, con dientes de menos, aliento de dragón y una panza descomunal (a menos que estés viendo Shreck). Sé que hay películas que rompen la regla pero mi afán no es hablar del séptimo arte sino de las espectativas que nos hacemos cuando hablamos de heroísmo.

Qué raro sería hoy contar una historia en Israel y que en esa historia el héroe fuera un palestino, no quisiera imaginarme la cara que pondrían. Pero Jesúis hace exactamente eso; cuenta una historia en donde los que quedan mal parados son los representantes del sistema religioso y en dónde el héroe es un samaritano, uno que es tratado como “perro” por los judíos, uno que no profesa la religión pura y sin mácula que se practica en Jerusalén, uno que no le importó tocar a un hombre posiblemente muerto y correr el riesgo de quedar “impuro” ritualmente, uno que pensó que era más importante la posibilidad de encontrarlo vivo y ayudarlo en la deplorable condición en que se encontraba.

Hoy el evangelicalismo mira con el ceño fruncido cuando desde su sector se elogia a personajes ajenos al protestantismo, cuando se elogia al Padre Hurtado o a la Teresa de Calcuta o aun Pierre Dubois, pero son personajes como ellos quienes vivieron y encarnaron los ideales del Reino de los Cielos… suena raro? Bienvenido a sumarte a la audiencia de los que escucharon la parábola del buen samaritano.

Piensa… te va a gustar!

0 comentarios:

Publicar un comentario

Total Pageviews

Con la tecnología de Blogger.

Search Box