Yo no escribí la Biblia!!


Nuestra adicción a las certezas nos hace afirmar con mucha fuerza frases como: “está clarísimo en la Biblia…” ; “mi opinión no cuenta, cuenta sólo lo que dice el texto bíblico…”; “la única perspectiva bíblica sobre este tema es esta…”; etc.

No es mi intención burlarme de esas expresiones, de hecho, si lo hiciera, tendría que ser una “auto-burla” porque muchas veces he usado esas mismas expresiones, sin embargo, de algunas cosas, (usando los ejemplos anteriores), si me he logrado percatar:

1.- Muchos de los temas que consideramos importantes en el mundo cristiano (trinidad, escatología, cielo-infierno, etc.) no están “clarísimos” en la Biblia, de hecho, existen muchas diferentes denominaciones cristianas que han surgido a raíz de esos desacuerdos.

2.- Mi (nuestra) opinión si cuenta, Jesús en más de una ocasión le pide la opinión a sus discípulos! Tal vez consideremos que la palabra “opinión” sea muy subjetiva o personal, pero la opinión es también el grado de certeza que tenemos de un tema y también la reacción reflexiva frente a cierto asunto. En ese sentido, siempre que nos acercamos al texto bíblico “opinamos” sobre lo que leemos y sometemos esa opinión al escrutinio de la comunidad de fe en la que nos encontramos. Si dejamos el texto bíblico como un bloque sólido que no admite interacción con los diversos contextos actuales, entonces tendríamos que asumir prácticas muy radicales, como no cortarnos la barba, no comer ciertos mariscos, relegar a la mujer al silencio en la iglesia, etc.

3.- Frente a ciertos temas existen varias tensiones en la Biblia y no sólo una "postura" que merezca considerarse. Por ejemplo, frente al tema de si es posible que los que ya murieron vuelvan al plano de existencia de los vivos, muchos admitirán que esto no es posible, sin embargo, tenemos el caso de la adivina de Endor y Samuel (1 Samuel 28:7-22), o los acompañantes de Jesús en el monte de la transfiguración (Marcos 9:1-9). Otro ejemplo más cercano serían las diversas posturas en torno al final de los tiempos, otro sería el de los dones de lenguas y los ejemplos podrían seguir y seguir.

Cuando alguien cita el texto bíblico para fundamentar una enseñanza en particular y piensa que eso es suficiente, nunca debemos de olvidar que el que enseña/predica ya ha seleccionado los pasajes bíblicos que considera son los adecuados a lo que quiere enseñar. En el mejor de los casos, el maestro/predicador mencionará que hay otras tensiones en el texto bíblico e incluso dará datos del contexto para poder entender lo que las narraciones significaron en su contexto más inmediato… eso en el mejor de los casos. Por supuesto hay cuestiones que no necesitarán siempre una explicación así de detallada, por ejemplo: el amor de Dios y a Dios, el amar al prójimo, etc.

Tenemos el deber de poder comunicar el mensaje eterno de Dios de la forma más responsable posible, sin manipulaciones, sin intenciones ocultas, sin querer decir lo que se quiere usando la Escritura como excusa que apruebe nuestros pensamientos. Confieso que esa es una tentación difícil de resistir.
Yo no escribí la Biblia!!! … pero puedo, y en más de alguna ocasión, la he manipulado.

Piensa, te va a gustar!

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