Nuestro


En la oración del "Padrenuestro" destaca la petición del pan:

"... el pan nuestro de cada día dánoslo hoy..."

Son muchos los sentidos que tiene esta parte de la oración, desde lo escatológico hasta lo cotidiano de tener lo necesario para enfrentar el día y el futuro sin un corazón temeroso, sin embargo, algo toca mi corazón de una manera muy significativa: el pan es "nuestro" y no "mío"

La oración es absolutamente comunitaria, es plural, lejos de las ínfulas de la espiritualidad personal en donde están los que dicen: "esto es entre Dios y yo y por eso no me involucro con el resto". La culturo del yo ("I" en inglés), ipad, iphone, imac... todo es mío!

Existen oraciones que debieramos dejar de hacer, al menos dejar de hacerlas como hasta hoy: "Señor gracias por esta comida que vamos a comer, por favor concede esta bendición a aquellos que están en necesidad..." (como si le estuvieramos dando una buena idea a Dios una en la que no había pensado!)
Es hipócrita pedir provisión para los necesitados cuando gasto todo lo que tengo en suplir mis necesidades y no me interesa la necesidad del otro. Es absurdo e inmoral pedir para los necesitados cuando tengo la despensa y el refrigerador abarrotados de comida que en muchos casos caducará por no comerse a tiempo. Es irresponsable decirle a Dios que se haga cargo de hacer lo que nosotros tenemos que hacer.

El pan es NUESTRO!! Si lo hemos recibido no es para atascar nuestro vientre con él, es la respuesta a la oración comunitariia, debe impulsarnos a salir de nuestra comodidad, debe hacernos mirar alrededor para darle a aquellos que no tienen. No podemos divorciar nuestro servicio a Dios de nuestro servicio al prójimo, es imposible decir que amamos a Dios si al mismo tiempo nos importa un rábano lo que le sucede a mi vecino!

Alimentar al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar al encarcelado, al enfermo, son actos que hacemos en definitiva para Dios, pero no me mal entiendan, no se trata de hacer las cosas instrumentalizando al prójimo para servir a Dios, es hacerlo sin pretenciones, dándole a nuestro prójimo la dignidad que muchas veces el asistencialismo atropella.

Pan nuestro; no pasteles, no un festín... pan, simplemente pan, pero siempre suficiente para poder vencer al egoísmo y que el "nuestro" deje de ser una mentira de la liturgia.

Te invito a hacer un ejercicio. La próxima vez que ores por los necesitados, aguarda un momento, haz una pausa en absoluto silencio, si te concentras podrás "escuchar" una voz muy suave que te dirá: "dales tú de comer..."

Piensa... te va a gustar!

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